Mujeres privadas de su libertad en riesgo de ser olvidadas

19 abril, 2023

Autor: En la descripción de la nota

“Los hombres requieren mayor apoyo, nosotras las mujeres aguantamos más”, confesó una mujer privada de su libertad en una charla que sostuvo con Wendy Balcázar, socia y cofundadora del proyecto Social La Cana; lo dijo para justificar porqué su padre solo visitaba a su hermano en la cárcel y a ella no.

Detrás de los delitos que cometen mujeres existen historias y las razones que las llevan a realizar un acto que requiere de un castigo tan duro y tan doloroso como es la cárcel, no deben ser motivo de juicio social, porque tienen derecho a reintegrarse socialmente, a volver a tener confianza en sí mismas y que su entorno confíe en ellas.

Al salir de la cárcel, muchas mujeres se enfrentan a diferentes escenarios. La Encuesta sobre la Discriminación en la Ciudad de México, del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación en la Ciudad de México (Copred), indica que en el apartado de “Grupos más discriminados” está el de “Con antecedentes penales, acusadas o que estuvieron en la cárcel”. En agosto del 2021 ocupaba el lugar 14 (1.4%) de 39.

En el informe “La reinserción social de las mujeres en México. Un largo camino para el restablecimiento de sus derechos”, detalla que “el Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema Penitenciario Estatales 2018, documentó la existencia de programas pospenitenciarios establecidos en las entidades federativas a partir de las siguientes actividades: Convenios para conformar bolsas de trabajo, Convenios con empresas para emplear a población egresada de prisión,  Asistencia periódica a población egresada, Creación de un fondo de ahorro, Seguimiento a programas de adicciones y Existencia de albergues para personas liberadas”.

El mismo documento destaca que “En 2018 se detectó que sólo 16 entidades registraron algún tipo de programa pospenitenciario, como convenios para conformar una bolsa de trabajo o con empresas para que éstas empleen a la población egresada. Además, solo 13 cuentan con un programa de asesoría o asistencia periódica a la población egresada”

Con la visión de aportar y con un sentido amplio de empatía, Wendy y un grupo de profesionales mexicanas crearon la organización enfocada en la reinserción social de mujeres privadas de su libertad.

Su objetivo es ayudar a féminas que viven en prisiones de Ciudad de México y Estado de México, por medio talleres informativos y programas, para que puedan retomar su vida emocional, social y laboral al cumplir con sus sentencias.

Este año Balcázar y más escritoras publicaron el libro Acusáis a la mujer sin razón (Aguilar), en cuyas páginas mujeres se atreven a contar lo que viven en prisión.

Evitar la violencia

En el “Censo Nacional de Sistema Penitenciario Federal y Estatales 2022”, del Inegi, menciona que “al cierre de 2021, 220 mil 419 personas se encontraron privadas de la libertad/internadas en los centros penitenciarios federales y estatales (219 027 adultos y 1 392 adolescentes). De este total, 204 359 (92.7%) correspondieron al ámbito estatal y 16 mil 060 (7.3%), al federal. Además, 94.4% fueron hombres y 5.6%, mujeres”.

Motivadas por la realidad que enfrentan personas todos los días en las cárceles mexicanas, integrantes de La Cana desarrollaron la obra literaria que expone declaraciones conmovedoras.

“Quienes escribimos este libro formamos parte de la organización. Mientras escuchamos las historias detectamos que en muchas de éstas el factor común era la violencia estructural de género de la que han sido objeto, misma que influyó mucho en cómo terminaron en prisión”, explica Wendy Balcázar, quien es licenciada en Derecho.

Previo a estructurar el libro, la idea tuvo buena recepción por parte de las mujeres, al tener seguridad de que es un proyecto honesto, por voluntad propia se animaron a contar sus experiencias.

“Lo que hicimos fue ingresar a diferentes prisiones en las distintas regiones y les platicamos este proyecto como un proceso de investigación, les platicamos el objetivo y voluntariamente muchas quisieron contar sus historias, desde sus infancias, adolescencias, cómo ingresaron a prisión y cómo han vivido este abandono de parte incluso de estructuras sociales como su familia, pero también por parte de instituciones del Ministerio Público, de los policías que las detuvieron y el Poder Judicial que resolvió sus casos.

“En todas ellas apuntamos que hay violencia, directa o física, pero también esa otra violencia silenciosa que hay en nuestro país desde las instituciones, desde cómo no se juzga con perspectiva de género, cómo las propias autoridades que deben de ser garantes o deben de cuidarlas eran precisamente las que las violentaban”, menciona la también maestra en Gobierno y Políticas Públicas.

Expresa que a través del libro desean visibilizar lo que viven las mujeres antes y durante de su estancia en prisión.

Para Balcázar y otras colaboradoras de la asociación, es indispensable involucrarse en más espacios, por ello tienen iniciativas como participar en marchas, con la intención de prevenir la violencia, pues considera que “si prevenimos ese tipo de violencias quizás podríamos evitar que muchas mujeres lleguen a prisión, hasta ahí influye esto que vivimos”.

Historia que trastoca

Balcázar ha creado carrera en el Poder Legislativo y cuenta que las historias de las mujeres en prisión suelen ser fuertes, varias de ellas le impresionan, hace referencia a una que mantiene una postura hacia la participación de la figura femenina con acceso a cargos de toma de decisiones.

“La historia es de una mujer que le preguntamos que si cree que si una mujer la hubiera juzgado, su condena hubiera sido menor. Ella dijo que no. Me llamó mucho la atención porque a veces tenemos este concepto de que si las mujeres llegan a las instituciones eso garantiza que se juzgue con mayor perspectiva de género, pero creo que todavía tenemos que trabajar en ello porque su respuesta fue ‘no creo que sea así, porque muchas de mis compañeras vienen por delitos similares o iguales al de los hombres y tienen una condena mayor, porque la lógica es que las mujeres pensamos más antes de actuar, los hombres actúan más por instinto, por lo tanto como lo pensamos más, se nos castiga aún más’”.

Sin embargo, Wendy afirma que “lo que se castiga es que no cumplimos con un rol, que fallamos con un rol”.

El trato diferente entre mujeres y hombres se ve reflejado también dentro de prisión. En la capital del país, la Subsecretaría del Sistema Penitenciario de la Ciudad de México, indica que hay 13 centros penitenciarios, 11 varoniles y 2 femeniles.

En el “Pronunciamiento sobre la desigualdad estructural que viven las mujeres privadas de su libertad en los centros penitenciarios del país”, realizado por la CNDH, destaca ejemplos al respecto: “Un dato preocupante que contribuye a identificar cómo a pesar de las condiciones de desigualdad que viven las mujeres y los hombres en los centros penitenciarios, esto se agudiza cuando se trata de las mujeres, se observa en el cuadro relativo a las ‘Condiciones de la celda’, reflejado por datos de la ENPOL en el que se destaca que en los rubros de servicios de energía eléctrica, drenaje, sanitarios, lugar para aseo personal y acceso al agua en la estancia, en todos es mayor el porcentaje de población de hombres que dispone de estos. En tanto que las mujeres solo tienen una mínima ventaja de disponibilidad de ventanas/traga luz y disponibilidad de agua en las áreas comunes, área común para aseo personal y de sanitarios”.

Cambio de visión

En Acusáis a la mujer sin razón las autoras reflejan que debe haber cambios de visión y acción en las áreas que imparten justicia.

“Creo que hay un gran trabajo que hacer por parte de las autoridades y de las instituciones de justicia, incluso las mismas policías que detienen a las mujeres. Hay una historia de una mujer que fue detenida en un estado, después en otro y vivió la misma violencia al momento de su detención en ambos, lo que habla de una violencia estructural que deberíamos atender desde la capacitación y desde la formación de quienes integran las instituciones de justicia en nuestro país”, comenta Balcázar, quien se desempeña como directora de Políticas Públicas en La Cana.

El Boletín mensual “Ciudad de México, las mujeres y su contexto. Mujeres privadas de su libertad”, establece que, en 2021 “24 mujeres adolescentes ingresaron en los centros especializados de tratamiento o internamiento”.

Ante los casos que existen de menores de edad privadas de su libertad, las integrantes de La Cana consideran que se debe poner mayor atención en la prevención de todo tipo de delitos y de violencia.

“Me parece que a veces somos más reactivos que preventivos. Creo que a veces atendemos el problema cuanto ya está y quizás faltan esfuerzos en prevenir. Hay una oportunidad para que les generaciones más pequeñas no sufran la violencia que quizás, quienes ya están en prisión, fueron víctimas y eventualmente se convirtieron a causa de esa violencia en victimarias.

“Ahí hay una oportunidad tremenda y es un poco esta esperanza que queremos lanzar desde el libro, hay todavía oportunidad de poner más esfuerzos y dedicar más recursos no sólo en sancionar, sino quizás en prevenir y en combatir esta violencia, porque de combatirla de la manera correcta y prevenirla, quizás los números de víctimas serían menores en nuestro país”, asegura Balcázar.

El derecho de volver a comenzar

Parte de la filosofía de la organización es que las cárceles mexicanas se conviertan en “lugares de oportunidad y no de castigo”, que las mujeres conozcan sus derechos dentro y fuera de prisión, sobre todo, que puedan tener una vida distinta a la que tuvieron antes y después de ser privadas de su libertad, en la que dispongan de mayores oportunidades de crecimiento personal y económico.

“Atendemos a pequeña escala en las cárceles, trabajamos en seis penales del país, lo que buscamos es generar programas de independencia económica, sabemos que a veces las mujeres regresan a los mismos espacios de violencia por la falta de un ingreso, por no poder valerse por sí mismas económicamente”, explica Balcázar.

Las integrantes de La Cana también se preocupan por impartir programas de salud mental por medio de los cuales brindan orientación a las mujeres y las ayudan a darse cuenta de que antes de entrar a prisión, posiblemente fueron víctimas de algún tipo de violencia.

“Muchas de las mujeres dicen ‘no sabía que era víctima de violencia hasta que llegué a la cárcel’”, explica Wendy.

Las integrantes de la organización se esfuerzan por promover y solicitar un trato más amable hacia las personas que viven en prisión, especialmente al grupo femenino, para lograrlo también están en constante colaboración con instituciones gubernamentales encargadas de tomar decisiones cruciales.

“Tenemos un área de Incidencia en Políticas Públicas por medio de la cual buscamos llevar a tomadores de decisiones esta información, es decir, humanizar el delito, porque a veces lo ponemos más en cifras, pero detrás de ellas hay seres humanos.

“Quizás si logramos entender de mejor manera todos los factores que llevan a una persona a delinquir, tal vez podríamos atender la violencia y la delincuencia de nuestro país desde otra visión que no sea solo aumentar las penas o proponer más años de prisión en México”, finaliza Balcázar.

Autora: Estefania Ibañez

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